Doce horas a la deriva en medio del río. Sola. Con frío. Con olas de más de un metro. Le rezó a la virgen. Se disculpó por los errores cometidos. Se angustió por las asignaturas pendientes de la vida. Y por sobre todas las cosas, pensó mucho en sus dos hijas. La cabeza de Laura Di Battista no paró un minuto en esas doce horas de incertidumbre y desesperación. El final fue digno de película: a punto de sucumbir bajo las olas, congelada y muerta de sueño envuelta en la noche cerrada, vio las luces de un helicóptero. Entonces gritó como loca y finalmente la rescataron. Estaba en shock y con hipotermia.

SANOS Y SALVOS. Laura di Battista y Luis Crespo. La pareja accidentada, ayer en las oficinas de Prefectura de Ensenada.
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